jueves, 23 de enero de 2014

TRIBU PEQUEÑO ENSAYO DE UNA MICROHISTORIA EN PRIMERA PERSONA

TRIBU(1)
Pequeño ensayo de una microhistoria en primera persona (*)
Ángel Agustín Pimentel Díaz

Estoy practicando una suerte de magia, embelezado yo modelo con un barro sumamente maleable una flauta. La tierra hecha arcilla va dejando su antiguo estado para convertirse en un instrumento musical a través del cual veré aumentadas mis posibilidades expresivas. Mis dedos disfrutan la textura de la pasta y absorto en esta acción mágica, mi introspección me lleva 37 años atrás, y me veo invitando a un grupo de niños a trabajar en un coro para celebrar el 10 de mayo. Se da la actividad y continuamos haciendo cosas; pretendemos hacer un grupo de rock que toque composiciones propias.
Para mí era un acto de consolación, pues acababa de romper con “Misery Blues Band”, grupo del que, junto con otros adolescentes yo formaba parte. Y debo agregar que el nombre anterior y primero de ese grupo fue el de “The Keepers”. Aún con dos nombres en su haber, su vida fue efímera; llegó a su fin cuando, entre los compañeros, no pudimos conciliar posiciones encontradas, generadas al momento de decidir lo que debería ser el repertorio del grupo. Lo del blues quedaba claro; nos daba un sentimiento de audacia, aunque se había acordado incluir también rock y balada.
Uno de los compañeros opinaba que deberíamos cantar en inglés; mi posición, por el contrario, era que deberíamos, además de componer nuestras propias canciones y música, utilizar el idioma español. El compañero argumentaba que un grupo de rock cantando en español era tan ridículo como un mariachi cantando en inglés; los alegatos que yo esgrimía eran que el rock había nacido con la tecnología que permitía por primera vez en la historia compartir la misma música entre gente de una misma generación en el mundo, los dueños de la tecnología que lo hacía posible hacían rock y hablaban inglés, nuestro deber por lo tanto, era subirnos al rock hablado español, con un discurso que tuviera que ver con nuestra idiosincrasia y nuestros sueños, había que apropiarlo con nuestra propia historia. Exponer los alcances del debate sería largo, por lo que concluiré diciendo que no pudimos concertar nuestros intereses y la única solución entonces fue disolver el grupo.
Con los niños del improvisado conjunto, que fluctuaban entre los 14 y 16 años, no encontré oposición en que interpretáramos mis composiciones, así que después de Las mañanitas maternales, seguimos ensayando y tocando donde la mínima coyuntura lo permitiera. No había un proyecto definido; el trabajo, en realidad, fue tomando forma con la práctica. Transitamos por muchas corrientes con las cuales íbamos matizando nuestro proceso.
Con la idea, como ya dije, de hacer un cierto tipo de “rock nacional”, incursionamos en el Son mexicano, género que toma forma en cada rincón cultural del país, hacíamos fusiones de instrumentos folclóricos artesanales con instrumentos electroacústicos de factura industrial, también nos dábamos el gusto de hacerlo en la forma tradicional, ya también componíamos colectivamente.
En ese tiempo aún quedaban fuertes resabios del movimiento estudiantil del 68 y todos los movimientos sociales latinoamericanos de aquella época, por lo que nuestras composiciones tenían una carga de discurso político, mismo que se respiraba en el ambiente. Nuestro asombro por los instrumentos musicales y artefactos sonoros nos llevó más allá de lo nacional, experimentando con instrumentos centro y sudamericanos, además de africanos, asiáticos y todo lo que hiciera vibrar el aire para hacer sonido. Un eclecticismo rampante ha imperado desde entonces en nosotros.
Decidimos que todos los integrantes del grupo estudiaran música. Para ello nos inscribimos en la Escuela Nacional de Música de la UNAM, en el área de etnomusicología, era el grupo piloto que serviría de prueba para instaurar dicha disciplina como una licenciatura de la institución. Al término del curso ésta no fue reconocida sino hasta varios años después; nosotros en tanto recorrimos el país estudiando la música indígena, formando además un acopio sonoro que fue, junto con las imágenes de fotógrafos y videoastas, el acervo del Archivo Etnográfico Audiovisual del INI(2) Además de este registro etnomusical, se organizaron encuentros de música y danza por casi un centenar de comunidades indígenas de México; por seis años realizamos este trabajo, de 1976 a 1982.
Así como es rica la diversidad étnica de México, igual lo es su riqueza cultural, pero al no haber una política de estado que la salvaguarde, sobre todo de los embates de la “cultura de masas” que los medios propician, globalizando la cultura y decidiendo lo que la sociedad debe escuchar, ver y aprender, o mejor dicho, consumir. No es fácil, pero se debiera estudiar sistemáticamente, analizar, tipificar y aprovechar éste legado que no sólo es desaprovechado, sino que se acerca a lo que parece ser su fin irremediable.
Sin duda fue un día venturoso aquel en que nos propusimos hacer una pieza musical con instrumentos prehispánicos. Recorrimos mercados de artesanías y no conseguimos sino remedos de los instrumentos que previamente habíamos visto en las vitrinas de los museos y libros que habíamos consultado. De cualquier manera, algunas cosas adquirimos para componer una primera pieza, “La persecución del armadillo”, nombre que propuso Alejandro, y que pronto abandonamos en el camino, aunque cabe decir que si la interpretamos en varias ocasiones.
Asimilamos, sin embargo, que era necesario aprender a construir réplicas, por lo que devoramos cuanto libro encontramos con información de organología(3) arqueológica prehispánica de México, así como también tallado de madera, trabajo en concha y tecnología cerámica, además de visitar artesanos diestros en todos esos menesteres que nosotros aplicaríamos a la construcción de dichas réplicas.
Al fin logramos los primeros instrumentos cuyos creadores habían desaparecido hace mucho tiempo, pero nos habían legado la responsabilidad de mantenerlos vivos. Lo tomamos como una responsabilidad y un gusto. Nunca dejamos de usar los instrumentos modernos, ni los folclóricos, pero a partir de ese momento los instrumentos antiguos se volvieron lo más importante de nuestro trabajo. Hemos estudiado psicoacústica(4), y arqueología, que con la etnomusicología(5) nos dieron un marco referencial suficiente para cerrar un círculo: teoría, construcción de reproducciones y ejecución de tan maravillosos utensilios.
Han transcurrido 37 años, me pregunto si es tiempo de hacer historia, entendiendo esta como la acción de hacer un recuento, un análisis y sacar conclusiones. La historia cuenta actualmente con una herramienta metodológica que es la microhistoria, al hacer la historia de un pueblo, un pequeño grupo de personas o incluso de un individuo vemos, a través de ésta, reflejos de la historia del mundo y la filigrana de los eventos. Por eso en este ejercicio de escribir una síntesis de la historia de un grupo de música, en este caso TRIBU, no podemos sino considerarla producto o consecuencia de lo que ha sucedido en el tiempo y lugar que nos tocó vivir y su conexión con los sucesos en el planeta.
Hace 37 años en una colonia en formación a la orilla de la ciudad de México, influidos por el rock, la canción de política, el movimiento folclórico e ideologías tan diversas como: la ecología, el socialismo, la onda; entre otras; contexto en el que Quetzlcoatl, Gandhi, Marx y los Beatles se saludan. Ha sido una vida interesante, digna de volver a vivirse. La historia de éste grupo no ha sido escrita, me daré un tiempo para hacerlo, este es un pequeño adelanto y la adquisición de un compromiso.
Terminé la flauta, con la conciencia de lo que esto significa, no fue necesario un aparato mediático, no se requirió de una acción mercantil, sólo el planeta tierra que me sustenta y del cual tomé un trozo que embebí en agua para hacerlo moldeable, el fuego le dio solidez y en éste momento el aire de mi aliento permite a mi espíritu manifestarse. Tierra, agua, fuego, viento los cuatro elementos en un instrumento… se ha tendido un puente entre un tiempo remoto y el siglo XXI.
Ahora estoy en un escenario haciendo sonar mi flauta y se que nada ha sido inútil, la arcilla transformada, con mi soplo, suena… el conjuro a dado frutos.
México Tenochtitlan 2010.

(1) TRIBU es un grupo de música de la ciudad de México, y residencia compartida con San Luis de la Paz, Guanajuato. Por mucho tiempo estuvo integrado por cuatro elementos. Hoy en día participa ya la segunda generación de descendientes y podemos encontrar trece en el escenario. Una verdadera TRIBU.
(2) INI, Instituto Nacional Indigenista, hoy CDI, Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.
Organología es el nombre dado a la disciplina que estudia los instrumentos musicales.
(3) La psicoacústica es la rama del conocimiento que se encarga de estudiar la percepción subjetiva de las cualidades y características del sonido y la forma en la que éste se escucha

(4) Se entiende por etnomusicología a la materia encargada de estudiar la música, especialmente: la de tradición oral, la indígena, la folclórica, la popular, y aquella de culturas diferentes a la occidental. Fue creada cuando la musicología solamente se encargaba de la historia de la música europea. En la actualidad, musicología y etnomusicología deberían ser una misma

(*) Publicado en la Revista Nueva Cultura (Segunda Epoca) Número 3 Septiembre 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LOS PELUDOS

 LOS PELUDOS El regreso 1 Stop de bombing 2 Chale con la guerra 3 El beeper 4 Lumbra 5 Flor Silvestre 6 Ponzonosa 7 A buena hora 8 Granpa...