lunes, 4 de agosto de 2025

En Tepito, no todo es nota roja


Al contrario de las peñas folklóricas de esos años, la peculiaridad que tenía la Peña Morelos, 
que así fue nombrada en su nueva locación en el año de 1976, era que la mayoría de sus eventos 
se realizaban en la calle de manera gratuita. Foto cortesía Archivo Peña Morelos

 En Tepito, no todo es nota roja

Fernando Morán* 

A principios de los años 70, el joven Mauricio Castro, originario de Xalapa, Veracruz, llegó a radicar a la Ciudad de México y comenzó a trabajar en la Secretaría de Comunicaciones; se instaló primero en Tlatelolco y, por medio de un hermano que tenía un local de zapatos por las calles de Florida y Costa Rica, se mudó a la colonia Morelos. 

Un día caminando por la calle de Florida escuchó en una vecindad a un grupo que interpretaba música latinoamericana, se acercó a ellos con el fin de participar, el organizador de este evento le dijo que esta actividad no la organizaban regularmente y lo remitió a la Parroquia de la Divina Institución, ubicada en la calle de Vidal Alcocer casi esquina con Jardineros; en este lugar recién había sido removido el padre progresista Federico Loos, quien había dejado un trabajo con la comunidad creando una biblioteca, una telesecundaria, una preparatoria popular y proyectos autogestionarios de zapateros. 

Entre las primeras actividades que promovió Mauricio Castro fue el invitar a Elena Poniatowska, pero con el transcurso de las semanas, se dio cuenta de que los jóvenes tenían otro tipo de intereses. Su camino e inquietudes lo llevaron a relacionarse con el grupo Emaús, que era parte del coro de jóvenes de la iglesia de la parroquia de San Francisco, ubicada en Toltecas esquina con Fray Bartolomé de las Casas, en el mero corazón de Tepito, al lado de la cancha de futbol Maracaná. 

En ese lugar fue donde conoció a Diego Cornejo, que era parte de ese grupo, y de inmediato coincidieron en intereses, realizando diferentes eventos en la vecindad ubicada en Fray Bartolomé de las Casas 13; este fue el inicio de la Peña Tepito en 1974, teniendo que abandonar el sitio porque Mario Olivares no estaba muy de acuerdo con las actividades, no sin antes haber participado en Chin Chin el Teporocho, que utilizó el lugar como una de las locaciones para filmar esta película. 

Entonces estuvieron deambulando por distintos sitios como la Universidad Obrera y el mercado Abelardo Rodríguez, obteniendo los mismos resultados de ser incómodos por sus programaciones; el único factor a su favor fue que en los diversos recorridos se les fueron sumando jóvenes como Cuauhtémoc García y Enrique Karuki Hernández, hasta que finalmente llegaron a la 4ª calle de Labradores esquina con Sastrería, en donde con el tiempo se unieron más integrantes como Felipe Hernández, Guadalupe Hernández, Blanca Montaño, Eduardo Macedo, Laura Leal, Sergio Ordoñez, Agustín Villa, Ezequiel Aguillón, Ignacio Morán, Marco Antonio Serna y Sergio Urquieta, entre otros, quienes en las funciones sabatinas nocturnas preparaban el escenario. 

Al contrario de las peñas folklóricas de esos años, la peculiaridad que tenía la Peña Morelos, que así fue nombrada en su nueva locación en el año de 1976, era que la mayoría de sus eventos se realizaban en la calle de manera gratuita, donde los vecinos llevaban sus propias sillas y prácticamente se cerraba la calle al paso vehicular; gentes de las colonias Martín Carrera y Guerrero, que ya estaban organizadas en uniones de inquilinos, acudían al lugar y comenzaron a tener una relación de colaboración con la que se impartieron talleres de serigrafía, entre otras actividades; en un momento, esto llevó a una incipiente organización de los inquilinos de la colonia Morelos, pero el terremoto del 19 de septiembre de 1985, hace ya casi 40 años, vino a sacudir las actividades de la Peña Morelos, que ya en ese tiempo estaban en decadencia. 

De inmediato, dentro de los derrumbes por ser uno de los sitios más afectados, los vecinos encaminaban a los tráileres con la ayuda directamente a la Peña Morelos y comenzaron a organizarse y reconstruir sus viviendas formando una unión de vecinos que agregó el nombre de Peña Morelos en sus siglas; lamentablemente, con el tiempo, las organizaciones sociales que acudieron como zopilotes desestimaron el trabajo cultural. 

No obstante, la mayoría de quienes pasaron por las filas de este proyecto cultural continuaron con su desarrollo profesional: Mauricio Castro trabajó hasta su jubilación hace unos años en varias dependencias programando a artistas; Diego Cornejo se dedica a la fotografía y participa en el Foro Internacional de Narración Oral FINO; Marco Antonio Serna Toño Canica, además de ser compositor y cantante, participa con La Trouppe; Ignacio Morán está dedicado a la música académica; Laura Leal, con estudios de posgrado, participa en eventos de formación académica; Enrique Karuki Hernández realiza documentales, además de tener un estudio de grabación; Sergio Ordoñez es miembro del grupo Los Folkloristas. 

En fin, la lista continúa, no sin antes mencionar que varios de los participantes ya fallecieron, dejando una profunda huella en sus compañeros que el sábado 9 de agosto del presente, a las 4 de la tarde, estarán festejando los 50 años de la Peña Morelos en la galería José María Velasco, ubicada en Peralvillo #55, en la colonia Morelos. 

*Cronista e historiador musical

PUBLICADO ORIGINALMENTE EN LA JORNADA

Sábado 2 de agosto de 2025

domingo, 20 de julio de 2025

El fantasma del canto de José de Molina

 

Foto La Jornada / archivo

El año 1973 fue vital para la nueva canción mexicana. El Palacio de Bellas Artes abrió por primera vez sus puertas para conciertos de Los Folkloristas y Óscar Chávez. En enero de ese año se creó el Centro Libre de Experimentación Teatral y Artística (Cleta), y a raíz del golpe militar en Chile se desencadenaron funciones masivas en el Auditorio Nacional, con el antecedente previo de la función el 28 de octubre en la Arena México a favor de los damnificados. 

El 13 de junio de ese año en el Teatro Blanquita de la Ciudad de México se realizó una función especial auspiciada por el Sindicato de Trabajadores y Empleados de la UNAM (STEUNAM). Participaron Enrique Linares, Los Montejo, el músico y pintor Mario Orosco Rivera, el grupo La Peña Móvil y José de Molina. 

No era la primera vez que José de Molina se presentaba en un teatro, anteriormente lo estuvo en algunos teatros del Seguro Social, participando como actor en las obras Pueblo Rechazado y Compañero, del dramaturgo Vicente Leñero, bajo la dirección de Gabriel Retes. Dichos trabajos eran parte de la compañía de Teatro Documental de la que también formaban parte Enrique Lizalde, Guillermo Murray, Carlos Bracho y José Carlos Ruiz. Para Compañero, José de Molina compuso tres canciones: Marcha de las madres latinasNocturno y Se acabó, que fueron editadas en su primer disco sencillo, que se vendía en las funciones. Aunque José de Molina no participó en la obra Los albañiles, también de Leñero, musicalizó e interpretó un corrido de este dramaturgo y que se escuchaba durante el intermedio. 

El Teatro Blanquita fue fundado en 1960 por Margo Su. Era uno de los principales atractivos para los capitalinos, sobre todo para la gente de provincia que venía a visitar la capital del país. En su marquesina estaban los nombres de las principales figuras del espectáculo, en su mayoría artistas populares. A raíz de la relación que tuvo Margo Su con Juan Ibáñez (director de la película Los caifanes) se fueron modificando formatos en la programación y comenzaron a presentarse Ofelia Medina y Óscar Chávez, entre otros. El primer disco de Parodias políticas, de Óscar Chávez fue grabado en su mayoría precisamente en el Teatro Blanquita en 1975. 

Chávez y De Molina fueron estudiantes de la Escuela Teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes. A pesar de sus cualidades ambos tuvieron que dejar la actuación. El primero porque encabezó junto con Enrique Lizalde la lucha contra la Asociación Nacional de Actores (ANDA), formando la Sociedad de Actores Independientes (SAI), motivo que el costó el veto en teatros, cine y televisión. En cuanto a De Molina el trabajo con sus presentaciones por todo el país y la administración de su propia compañía de discos, Nueva Voz Latinoamericana, lo mantuvieron ocupado. Además de la censura y los intereses opuestos a un arte crítico de quienes mantenían el control del cine, el teatro y la televisión. 

A lo largo de los años, desde 1970 hasta su fallecimiento José de Molina editó 10 discos de larga duración, un álbum doble, varios discos sencillos, y la redición compilatoria de un disco en Alemania. Además de publicar dentro de su compañía discos de Othoniel Llanas, Los Nakos, Enrique Ballesté, Ángela Martínez, Vientos para un Nuevo Día y del grupo argentino Siripo. Para realizar sus grabaciones José de Molina recurrió a varios músicos y arreglistas, entre ellos Edgardo Olvera (quien también fue arreglista y director musical de Diego Verdaguer). Lamentablemente sólo editó discos y casetes de su obra y no pudo entrar a la era digital por lo que su discografía se encuentra trastocada en las redes sociales. 

Pero el fantasma de sus cánticos suele aparecer continuamente, sobre todo dentro de los movimientos sociales. En especial de quienes fueron el motivo, la razón y el arrebato de sus composiciones. Una de las características de los discos de José de Molina era incluir textos como lo fue el del Movimiento del Magisterio, incluido en el disco Cánticos y testimonios (1971), y la Marcha al Magisterio Independiente, incluida en el disco Contraconfesiones (1981) que ahora es uno de los himnos de los maestros. Por ello nuevamente estuvo presente su canto en las recientes movilizaciones legítimas del magisterio. 

Lamentablemente la nueva canción, o como se le quiera llamar, sigue presente porque las condiciones no han cambiado del todo; persisten los motivos y los escenarios; continúa como un espectro. Por fortuna en la actualidad estudiantes e investigadores se han dado a la tarea de recuperar la memoria y los testimonios de la canción en los movimientos sociales, no basta su inclusión en billetes de lotería o que su nombres aparezcan en casas de cultura y demás. Esta canción es viva y está en constante movimiento.

Fernando Morán

Julio 2025

California


Publicado originalmente en el periódico La Jornada el 8 de julio de 2025




domingo, 22 de junio de 2025

Historias de una canción anexas y similares

tr@dicciones

PRESENTA

Historias de 

una canción

anexas y similares

con Fernando Morán




Una canción es una historia 
que genera miles de historias 
y quienes las escuchan las transforman a su manera. 

Detrás de una canción 
hay también una o varias historias, 
a veces reales, a veces desconocidas 
y a veces atribuidas.

Sean bienvenidos a 
Historias de una canción, anexas y similares 
en donde Fernando Morán 
comparte algunas de estas historias.

Investigación, producción y conducción: Fernando Morán

Derechos Reservados © 2025

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lunes, 31 de marzo de 2025

MEXICAN CANTO NUEVO

Libro

MEXICAN CANTO NUEVO
Music, Politics, and Resistance

Claudio Palomares-Salas


Editado por: Oxford University Press
Fecha de publicación: Febrero 26, 2025

 

 

martes, 7 de enero de 2025

ANTHAR Y MARGARITA

 DISCOGRAFIA

ANTHAR Y MARGARITA
(2024)

Como antes, como ahora
Canciones Latinoamericanas


1. No nos moverán
2. El Gavilán
3. Hombre que vas creciendo
4. Canción de amor
5. El picaflor
6.Corrido de Rubén Jaramillo
7. Con Valentín (a Valentín Campa)
8. Los Seguidores
9. Canción al Partido Comunista
10. Corrido del petróleo
11. Yo defiendo mi tierra
12. Esta casa
13. La canoa
14. Me gustan los estudiantes
15. Adiós a Genaro Vazquez
16. Gracias a la vida


ANTHAR Y MARGARITA
(1976)

1. Canción al Partido Comunista 
2. Con Valentín 
3. Corrido de la muerte de Rubén Jaramillo
4. No nos moverán 
5. Hermano dame tu mano 
6. Hombre que va Creciendo 
7. Los Seguidores 
8. El Gavilán 
9. El picaflor 




En Tepito, no todo es nota roja

Al contrario de las peñas folklóricas de esos años, la peculiaridad que tenía la Peña Morelos,  que así fue nombrada en su nueva locación en...