El sonido y el silencio
La música tiene dos componentes fundamentales: el
sonido y el silencio.
El sonido se produce por las vibraciones de un cuerpo
que las transmite y el silencio es la ausencia de ese sonido.
Hace cien años, un 22 de marzo, en Ciudad Madero,
Tamaulipas nació Judith Reyes Hernández quien a lo largo de su vida supo
combinar estos dos elementos musicales recorriendo gran parte de nuestro México
y de otros países del mundo.
Con su canto llevó los sonidos de los desprotegidos
callando así las injusticias que los gobernantes y los poderosos pretendían
amordazar. Con su actitud ante la vida supo mantener el silencio como una forma
de protección propia y colectiva ante la represión y campañas de exterminio que
a través de la guerra sucia era utilizada por los potentados para encubrir,
para atenuar y sofocar las luchas legítimas del pueblo mexicano.
En sus inicios como intérprete y compositora Judith
Reyes llevó su canto a través de los medios comerciales, en donde
mayoritariamente se escucha el sonido del conteo de las monedas con música
chatarra y efímera la cual ha prescindido de nuestra auténtica música
tradicional.
En ese ambiente Judith Reyes no tuvo privilegios y
sobre todo fue víctima del latrocinio y de la injusticia por parte de los
empresarios, de los dueños y monopolizadores de la industria del disco. Le
fueron arrebatadas y plagiadas varias de sus canciones, que incluso actualmente
continúan siendo interpretadas por artistas “reconocidos” mediante grabaciones
realizadas por las grandes compañías disqueras, lo que ha generado regalías a
través de los años, de las cuales otros se las apropiaron y desde luego que han
disfrutado de esas prerrogativas, mientras Judith Reyes pasó sus últimos años
en precarias condiciones.
Pese a la fama y el éxito Judith Reyes decidió hacer
un alto en este ambiente, para posteriormente en su andar primero al lado de
los campesinos del norte y luego en otras regiones el poder continuar
componiendo con un canto diferente: ya no es el canto del machismo, del
alcoholismo, de la segregación, del racismo, de la discriminación. Ya no es el
canto de la indiferencia, de la apatía y de la intolerancia. Ahora es el canto
de la expresión popular, el de sus luchas libertarias, ahora es el canto que sirve
para la educación y para la revolución.
A partir de ese momento Judith Reyes tomó la decisión
de hacer un canto informativo, entonces
su voz se convirtió en el sonido de los desposeídos. componiendo en base a lo
que ella misma iba atestiguando, y de esa manera hacer un canto con sabor a
historia. Así lo prometió y así lo cumplió. A pesar de la persecución, del
encarcelamiento, de la represión y de la censura. A
pesar del silencio.
Pero quizás el silencio más doloroso, proviene de los
sectores a los que Judith Reyes les cantó. Un silencio que se convierte en el
olvido, que se convierte en la indiferencia, que se convierte en el pensar que
es cosa del pasado. Esto desde luego propiciado por quienes mantienen el poder
político, el poder militar, el poder empresarial y el poder de los medios.
Propiciado por quienes siguen manteniendo el sonido ahora convertido en ruido,
ahora convertido en campañas de desinformación, ahora convertido en campañas de
desprestigio, ahora convertido en campañas de desaliento.
Pero también hay otro sonido, hay otro canto que no
podrá silenciarse jamás. Es el canto de la naturaleza, el canto de las aves que
a pesar de la extinción todavía persiste, aún en las grandes urbes, como ocurre
en la Ciudad de México.
En esta ocasión le correspondió a Gorrión Serrano llevar el sonido de Las canciones de Judith
Reyes “La Tamaulipeca”, justo para celebrar el cumpleaños de nuestra Judith
Reyes, nuestra madre del canto libre. Escuchemos pues el canto presente de
Judith Reyes.
¡Huya la patrulla!
Fernando Morán
California/Ciudad de México
22 de Marzo de 2024
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